“La asombrosa vida de Sancho III el Mayor, uno de los monarcas navarros más destacados”, Augusto Bruyel, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, nos trasladó al milenio primero de nuestra era, a una Península Ibérica donde el monarca navarro rigió los destinos de su reino así como de condados y territorios vecinos y próximos.
Fue durante la charla que ofreció el pasado jueves, 22 de febrero, ante el entusiasta público que acudió al Centro Cultural y de Ocio de la Fundación Caja Navarra (Civican) de Pamplona.
Sancho III el Mayor probablemente es el monarca más destacado de Navarra. Conoció de niño los embates terribles de Almanzor contra lo reinos cristianos. Sin embargo, cuando muere el rey pamplonés en 1035, llevaba ya tiempo convertido en el señor más poderoso de la Península Ibérica.
A ello contribuyeron los errores -muy graves- de los propios musulmanes más las herencias familiares de su esposa doña Munia, más ¿cómo no? el buen hacer del propio Sancho III.
Sus hijos se ocuparon de los territorios asignados dentro de los límites encomendados por su padre, salvo al mayor el resto tuvo el encargo de tan solo gobernar los territorios encomendados. Fueron los nietos empujados por el desarrollo histórico los que con el paso del tiempo convirtieron los condados en sendos reinos de Castilla y Aragón. Vicisitudes posteriores les empujó a obviar en sus genealogías reales ese tronco común nacido del solar pamplonés buscando otros orígenes más políticamente correctos a sus respectivos proyectos monárquicos.
Augusto Bruyel nos deleitó con su conferencia acercándonos a un pasado no tan conocido de nuestra historia de manera amable y coloquial, pasamos un rato muy agradable y salimos convencidos que es bueno mirar al pasado para no cometer errores como las divisiones en las filas propias.
«Desde Pamplona, Rex Ibericus»
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